El colaborador de GLAAD Enrique Torre Molina es activista, conferencista y consultor de la comunidad LGBTQ+, diversidad e inclusión para empresas, organizaciones civiles, agencias de gobierno y medios de comunicación. Cofundó Colmena 41, co-creó el podcast “Mafia Gay” y vive en Ciudad de México.
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La actriz Mabel Cadena de 33 años tiene una de las carreras más emocionantes y diversas de su generación: creció en Veracruz, México y estudió la Licenciatura en Actuación en la prestigiosa escuela CasAzul. Interpretó a Amada Díaz en El Baile de los 41, película que retrata el episodio más icónico en la historia LGBTQ+ mexicana. Durante su preparación para el papel de Namora en Black Panther: Wakanda forever, rompió el récord de tiempo sin respirar bajo el agua, superando a Tom Cruise.
Después de un verano en el que terminó de filmar la serie de Netflix Bandidos y en el que la vimos como jueza invitada en la primera temporada de Drag Race México, tuvimos esta conversación:
Cuando eras más joven, ¿qué viste en una pantalla o en un escenario de teatro que te inspiró a dedicarte a la actuación?
No sé por qué, pero fue Marcelino, pan y vino [risas]. Mis abuelos me llevaban muchísimo al teatro musical cuando era niña. Después de haber visto esa obra, quedó en mi cuerpo algo tan fuerte que llegué a casa y dije: quiero ser actriz, ayúdenme, porque yo quiero aprender a replicar ese tipo de emociones que me generó verla. No sé si sea una obra que te cambie la vida, pero a mí sí me cambió.
Has participado en campañas a favor de la diversidad, proyectos como el podcast 10 mujeres sobre la violencia de género, y en tus redes sociales hablas del orgullo LGBTQ+. También has dicho que eso no fue fácil. ¿Cómo encontraste el empoderamiento necesario para hablar de los temas que te importan?
Nunca he dudado de mi ser como actriz, pero me he cuestionado el cómo ser actriz. A todos nos han dicho que no podemos hacer algo, y cuando estrené mi película más visible, Black Panther, muchos compañeros de la escuela me escribieron para pedirme disculpas por la forma en la que me habían tratado durante mucho tiempo. Y no lo digo desde un lugar de víctima. Cuando me mudé a Ciudad de México, yo tenía una forma de hablar que para ellos determinaba mi origen y mi historia, pero también mi futuro. He aprendido, a través de mis personajes, a tener ese empoderamiento.
La Mabel que no sabía cómo habitar un cuerpo con energía masculina o con una voz más grave de lo normal pudo reconciliarse a través del personaje de Ramira en La diosa del asfalto, y se volvió más fuerte y se empoderó mucho más cuando pude hacer El Baile de los 41 y descubrir otro tipo de energía. La actuación me está dando la oportunidad de ir a lugares en los que la gente me dice que no puedo.
De acuerdo a mi historia, Black Panther rompió un montón de cosas: la Mabel que no estudió inglés y que no sabía hablar inglés cuando filmó esa película y que ni siquiera tenía una visa de turista… Creo que mi miedo más grande era llegar al set y que el director dijera “Me equivoqué. No eres tú. Estás chaparra. No luces como debería lucir un superhéroe fuerte. No hablas inglés”. Y todo lo que recibí fue amor. Namora se sumó a mis otros personajes que me dijeron: güey, alzamos la voz a través de ti, pero ahora tú tienes que alzarla por ti, entonces empieza a defender tu forma de amar y tu forma de ser.
Ha sido un proceso de mucho amor y dolor y felicidad. Me encuentro en un punto en el que ya tengo mi propio discurso con la gente que amo, con mi familia, con mis amigos, con mi pareja. Y como actriz estoy perdiendo miedo a sólo divertirme y pasármela bien, porque me había quedado con una idea de que hay que hacer arte y cosas profundas. Pero hay formas de levantar la voz y pasarla bien.
Sobre la representación de personas racializadas y personajes LGBTQ+ en el cine y la televisión, ¿qué opinas del panorama actual y qué debería ser distinto?
Me siento con mucha esperanza porque cada vez leo más guiones en donde existe una diversidad de seres humanos. Se trata de que cada uno de nosotros podamos tener un lugar digno en las ficciones. La representación permite que te puedas identificar con diferentes futuros. Eso es lo más importante de poder contar historias que visibilicen cualquier tipo de tema LGBT, racial o lo que sea.
Justo le decía a mi pareja hace poco: qué loco debe ser ir en secundaria ahorita, en 2023, y ser gay o enamorarte de alguien de tu mismo género. Me explotó la cabeza al pensar cómo sería mi vida hoy si fuera a la secundaria con este contexto de representación racial, representación LGBT, libertad de muchas formas, y cómo eso puede impactar tu vida. Tengo fe en que en esta industria podamos contar historias que le permitan al otro, a pesar del dolor, tener un futuro frente a sus ojos. Y si eso implica vivir mi vida como creo que debe ser y defenderla, pues también es lo que quiero hacer. Vivirla y mostrarla. Cuando uno alza la voz, florecemos todos y generamos motivación y empatía por el otro. Eso es uno de mis motivantes de vida.